03 agosto 2006

Sin disculpas

Era miedo y hoy salió a la luz. Miedo como el que produen las jeringas, las cucarachas, los cambios. El corazón lo había dejado en la cama, antes de irme.
Cuendo no es necesario trato de romper con los impulsos que produce frente a situaciones inesperadas. Cada vez que lo hago, las venas se congelan. El frío corta la piel.
Así, fuí a escribir palabras que no esconden nada y que al fin y al cabo no tienen sentido. Pero en ese estado se es más fuerte, se tiene la última palabra, se defiende el orgullo y somos casi todopoderosos.
Abrí una puerta. No fue un impulso, fue la costumbre.
Te vi sentado y llorando con los ojos secos. Me miraste. Me saludaste esperando una pregunta. Una pregunta que iba a calmar la soledad. Una pregunta que nunca llegó. Solo me burlé de tu cara, que por cierto nunca la había visto así.
No me quedé ni cinco minutos, te di un beso y me fuí. No dijiste nada.
Tenía mucho frío.
Llegué a casa y prendí la estufa.
Por un momento sentí algo que no era nuevo pero el calor no me tocaba.
Era miedo y hoy salió a la luz. Miedo como el que producen las jeringas, las cucarachas, los cambios. El corazón lo había dejado en la cama, antes de irme.
Lo agarré. Ahora sentía el calor. Ahora sentía culpa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Acordate que te quedo vacía la cajita de cristal, quizás te sirva para guardar ahí tu corazón. Para protegerlo de los miedos, de las inseguridades y de algunos... Del calor y del frío... Pero creo que lo mejor es no olvidartelo nunca mas en la cama, tenerlo para que te ayude a enfrentar situaciones...
y te permita ser más fuerte para lograr dolerle a ciertas personas en su punto (según ellos lo creen) más fuerte: su soberbia. Ese caparazón ya no sirve... no les sirve... sabes como poder atacar y hacer doler!

Hey espera
tengo una nueva queja
siempre en deuda con tu inapreciable consejo
las orquídeas carnívoras no perdonan una sola ofensa
me corto a mi mismo con el cabello de un ángel
y el respiro de un bebe
himen roto de tu ego elevado que he cambiado a negro
lanzame tu cordón umbilical entonces podre escalar de nuevo.
Vos decidís... lo ayudas o lo terminas asfixiando en su propio dolor y orgullo...