09 junio 2006

En Plaza Serrano

No fue el día más lindo y mucho menos perfectoque podíamos haber elegido para ir a la feria. Llegaste tarde y cansado. Tenías puesto el pulóver mostaza que no me gusta y miles de excusas por la tardanza.
Entré al departamento, agarré el bolso y nos fuimos de la mano esquivandonos la mirada.
Te sentí demasiado extraño. Paramos en el semáforo y me apretaste tu mano mojada como nunca (sabía que cuando estás nervioso transpirás mucho). Me preguntaste si algo andaba mal y yo solamente te miré. Nunca bajé la mirada.-¿Hay alguien más?-.Clavé la vista en tus pupilas y, así tan simplemente, te diste cuenta que, como siempre, eras el único. No pude haber sido más elocuente.
Subimos al 55.
Llegamos a Plaza Serrano.
-Este vitró con forma de mariposa es una réplica exacta a uno que vi en tu casa y nunca me dejaste tocar- le dije e hizo esa risita complice que todavía me intriga.
Me soltó la mano porque encontró el bendito stand de duendes. Todavía tiene la infantíl idea que esos bichos feos protegen la casa.
Yo me quedé mirando unas remeras estampadas. Lo observaba de vez en cuando porque se va y después me pierdo. Odio caminar sola en ese lugar.
-Epa! ¿quien es esa oxigenada?- pensé. Rubia despampanante de pechos grandes que movía el pelo de planchita de un lado para el otro. No suelo ponerme celosa por tal idiotez y seguí mirando la remera roja con Kurt en negro(-tal vez me hace juego con el pantalon rojo y negro que no uso hace una temporada o dos).
Tratabas de no mirarla pero algo, no se qué, te hacía reir.
Me buscabas, lo pude notar.
Te agarró el hombro y esquivaste sin dudar.
Yo me reía como nunca porque no sabías que hacer y a su vez no podía esperar por que me veas para salvarte de ese temita que te acontecía.
Me viste y ella te vió cuando lo hacías. Yo, como una tarada, escondida detrás de la cara de Cobain.
Me hiciste un gesto con la boca que no entendí. La exuberante muchacha te seguía hablando como si nada hubiera pasado.
Te tapabas la boca. Te tocabas la barbita que te habías afeitado anoche.
Despreocupada llegué yo con mi remera en la mano. La rubia me saludó con tanta confianza que parecía que nos conocíamos de toda la vida.
Me agarraste del brazo. Ella se puso a mirar los duendecitos para evitar la situación.
Me susurraste que te saque de ahí.
Salimos de ese área. Me apoyaste tu frente en la mía y me diste un beso de esos que hace mucho no me dabas.
-no me gusta hacer escenas en lugares públicos y siempre lo supiste.
Pero en fin, ¿quien puede decirle que no a esa boca?. Cosas como estas son ingobernables.
Igual nosotros lo tenemos muy merecido.
Demasiado tiempo controlando los sentimientos para no aprovechaar tal evento.
- te queda lindo el puloversito mostaza después de todo.......