12 agosto 2006

Bajo la alfombra

¿Querés sentir como puedo meterte todos mis nudillos en la cara y no sentir nada?
Sangre cae a chorros y nadie se da cuenta. Solamente los anillos duelen. Las uñas negras esconden en el interior la globulina que la quimica con el aire endurece.
Puedo lastimarte más pero no confío en mis piernas.
El pulso se acelera con cada golpe. Mi respiración se agita.
La sangre te brota de la boca y no te podés defender porque te ahogas.
Te puteo de mil maneras y solo te retorces en el piso y me agarrás el pantalón. El patalón nuevo, el que me compré la semana pasada.
Manchaste la alfombra, ¿Sabés cuanto me va a costar eso?.
-Soltame. Ya no hay vuelta atrás.
La sonrisa linda que me regalabas se fundió en una mezcla que solo veía en las películas. Saliva y sangre rodea mis manos. Y no te podés defender.
Te ahogas. Es el fin.
Mirás el techo. Parpadeas. Parpadeas menos. No parpadeas. No respiras.
Me paso la mano por la frente. El pelo se lleno de sangre. Me tengo que bañar, no puedo salir así a la calle-¿Qué van a decir?!-.
Te miro. ¿Que hice?. Me desespero.
Me voy a bañar.
Todos tienen algún muerto bajo la alfombra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Guau! me dejaste sin palabras! Lastima que uno lea y se imagine la historia con ya sabe quien... Te pido un favor: cuando te mudes llevate a tu muerto, no lo quiero bajo mi alfombra!