05 mayo 2011

El suelo de las hojas suicidas

Que abro, abro, abro y cierro, cierro y cierro.
Que pierdo el control, que estoy ciega. Que no veo. Nada. Respiro. Veo.
Como en una nebulosa, flotando en las encrucijadas del cerebro.
Trago el humo, siento el recorrido del veneno que alivia por el cuerpo.
Salgo a la vida, después de ese último cigarro.
Pienso en las hojas secas, en como suenan cuando las botas tocan su cuerpo. Como se parten en pedazos. Como mi simple presencia cambio el futuro de esa vida, ya muerta. Cicatrices son las que nunca tendrá, porque ya estaba muerta cuando mi peso se apoyo sobre ella.
Me pregunto si podrá recomponerse de tremendo atrevimiento de mi parte. Verla nuevamente ahí. Posada en el árbol que fríamente la sacudirá nuevamente a ese mismo lugar. Sobre el mismo suelo y con un destino ya anunciado.
Son cosas que no puedo saber, desde mi simple existencia, pero esa hoja estaba destinada a ser destruida, y yo a ser la victimaria.
-Perdón, no estaba mirando. Simplemente no podía evitarte, estabas ahí, tan abajo. Tan placida sobre la vereda. Con una entrega completa, como necesitando ser, por ya no ser más. Mis intenciones no eran estas, era inevitable tu necesidad de mí. Aunque no niego el placer del sonido, que cruje instantáneamente, que el cuerpo vibro imperceptiblemente. Perdón, por no saber de vos, por no preguntar si te quedaba algún suspiro.
Seguí caminando, destruyendo miles de hojas, pero solo esa, desgarrada, logró una sensación. Respiro y veo.    Te veo, en el recuerdo. Prendo un cigarro, trago el humo. Desoxigenada vuelvo a caminar. Destruyendo recuerdos con cada pisada al suelo de las hojas suicidas.

24 enero 2011

En un instante...

... me enojo con todos.
Por que en lo poco que va de vivir, ya me pasaron demasiadas cosas. Que no las cuente ya es otra cosa.
Pero cada situación parecida me revienta el alma, revuelve las entrañas y pierdo la razón.
Y me dicen cosas, generalmente ilógicas. Entender a todos, portarme bien, no ser impulsiva, escucharlos.
Ser condescendiente.
Ya estuve cerca de querer escapar del cuerpo, pero no por ser emocional sino por ser tan racional. Alguien dijo organizada, calculadora, ordenada, lógica.
Espero solo no ser la que ceda a las locuras de los otros, porque ya viví las mías propias.
Pero eran mías y no quiero que se maten en entenderme sino que no me hagan comprenderlos.
Ya me desgasté en hacer entender a todos que mi mundo es especial, que hay que luchar cada día para no desesperar. Que hay algunos fantasmas de vez en cuando, que hay miedos o algo muy parecido. Que cada día me siento mejor. Que cada cambio solo "parece" ser destructivo. Que no hay que mirar demasiado a futuro. Que no hay culpables y que hay cosas que forman la personalidad, a las patadas pero las forman.
A veces me enoja que a mi me haya pasado, pero hoy me doy cuenta que fui unas de las pocas afortunadas en darse la frente contra la pared y, medio mareada y tambaleando, encontrar el otro camino.