10 abril 2008

Así...como esa guitarra en el fondo del placard.

¿Cómo saber si llueve afuera, si esta casa es como un tupper los días como hoy?
En que las sábanas son libros revueltos todos tirados por ahí. Si no hay olor a humedad porque los espirales colman el ambiente... porque los mosquitos devastan la habitación.
No es tan dramática la escena.
El agua para el mate se hirve y la tiro y la pongo al fuego mil veces. Así pasan los minutos y ni un mate al organismo.
Y la noche se consume como los cigarros de antes... y el tilo que es una mentira.
El celular, que no suena, está paralizado en el piso sin molestar o por lo menos hacer notar que el mundo sigue girando allá afuera.
Si entre la comunicación y el pensamiento no hago una.
El pensamiento que empeora cada minuto un poco más, cada segundo me siento una estúpida esperando que alguien se de cuenta de que hace mucho no aparezco. Que me descancé en la cama y me olvidé del acolchado raro, la ventana entreabierta y la guitarra posando buscando habilidosos.
Y hoy soy como la guitarra abandonada. En el cuarto. En el rincón. Lejos de las ventanas, como para saber si llueve.

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