28 septiembre 2006

Cronica de las cucarachas y yo un día de calor

El sueño le ganó a mis energías y me acosté. Hacía calor pero no era un opción dejar los ventanales abiertos. Estoy sola. Aprovecho este momento y duermo sin pijama (no desnuda). Las sabanas están en los pies de la cama. Demasiada paz. No hay programas rescatables en la tele. Me doy vuelta y entro en el exordio del asunto. Los ojos se van cerrando y la bolsa de la cocina se mueve. Literalmente.
Entre cuatro o cinco posiciones que marcan el desvelo escucho otros cuatro o cinco ruidos. No es lo que creo, quiero pensar. ¿Porqué tenían que aparecer?.
Me doy vuelta nuevamente como esquivando lo indeseable, lo que no tiene vuelta atrás.
Frío. Me recorre todas las vertebras de la columna. Me siento y agarro las sabanas.
Ruidos. Lo sabía, me tengo que levantar. Cuidado con los pies gorda que uno nunca sabe lo que puede encontrar bajo la cama. En puntitas de pie corrí hasta la llave de luz. Estaba dormida y al prender la luz mis ojos flashearon. Miré la cocina con ese miedo que estoy teniendo a diario.
Ahí estaba. Ahora el frío recorría todo el cuerpo. Me puse las pantuflas y como una cowboy con Raid en la mano me dirigí a la cocina. Prendí la luz y ataqué. ¿Para qué?.
Ahi estaban ellas. Una tras otra caían del calefón. Estaba sola, sin salida. Gasté medio aerosol en ellas y solo caían. Drogadas y con ataques de epilepsia. Caminé para atrás y me seguían. Yo no las pisaba. Tal vez se subían por las piernas. Creo que yo también estaba bajo el efecto del Raid (por cierto, muy bueno) y me acosté. Tapada hasta la cabeza. Era ese miedo que hace escuchar ruidos donde no los hay, hace sentir que arriba de la sabana hay un millón y no. Y la voz de mi tío que me torturaba- "Donde ves una, hay cien en las ventilaciones", inoportuno a veces.
Hacía calor. Había olor a ese insecticida por todos lados. Yo adentro de la cama. No podía respirar, pero era peor encontrar una de esas cucarachas en la cama.
Me dormí. Hasta un segundo encuentro cercano...

No hay comentarios.: